Tres marcados accidentes geográficos destacan en la costa oriental de Cantabria: el monte Cerredo es el punto más alto de la Cornisa Cantábrica en relación con su proximidad al mar, el monte Candina alberga la única buitrera de la Unión Europea en que los buitres leonados nidifican en acantilados marinos y, por último, el monte Buciero destaca por conservar uno de los más bellos y extensos bosques relictos de encinar cantábrico de la península Ibérica.
Los buitres sobrevuelan estas costas ya acostumbrados a la presencia del mar Cantábrico, a pesar de ser una especie típicamente de montaña. En este punto de España, la montaña se adentra al mar con tanta vehemencia que convierte el hábitat que nos ocupa en un singular enclave de características peculiares. Por ello aquí, el buitre leonado ha colonizado el litoral disputando el territorio a las siempre estresantes gaviotas que pugnan por expulsarlos de sus dominios marinos.
Con más de dos metros y medio de envergadura alar estas aves necrófagas son capaces de dominar al viento con su vuelo de acróbata. Decenas de buitres nos dan lecciones magistrales de vuelo rozando las paredes rocosas que habitan. La caliza se funde aquí con una vegetación que se arraiga a la roca conformando el espacio necesario para la el desarrollo y nidificación de la especie.
En la costa de Cantabria podemos disfrutar de un espectáculo único en el mundo. Si somos amantes de la montaña y de la costa, acceder a este macizo calizo nos asegura poder observar a los buitres leonados tan cerca que podremos escuchar como cortan el viento con su plumaje.